Escribiendo para no decir

Es normal que el cuerpo se canse alguna vez de soportar la mente. No es saludable para el pobre tener que cargar con el peso de la conciencia todo el tiempo.

Es increíble lo fácil que es decir cosas que no significan nada. En especial, cuando aquello que quieres decir, no puede ser dicho.

Incluso la conciencia se cansa de si misma. Las ideas no paran de brotar de ella, la desbordan, la saturan, la confunden, la engañan, la torturan...la lastiman.

Necesitamos reglas que regulen lo que se escribe. Las palabras al unirse permiten formar frases que son capaces de destruir a quien las lee. O peor, a quien las escribe.

Las ideas están. Conviven. Son contradictorias, y no les importa. Los sentimientos también se contradicen. ¿Amar y Odiar? Da lo mismo, en ambos extremos se termina sufriendo. Y la conciencia vive tratando de lograr una armonía. Por eso es ELLA la que sufre, y es nuestro cuerpo el que debe contenerla.

Al escribir, uno utiliza un ordenador externo. La creación de combinaciones de letras pone limite a la forma en que podemos expresarnos. Las palabras formadas transmiten emociones, nos muestran un contexto. Los escritores no pueden vivir si las paginas que los sostienen. Deben interactuar con ellas, y pedirles que expresen lo que su mente intenta comunicar. La conciencia no alcanza para simplificar nuestras ideas. Quizás una hoja en blanco de fondo, permita visualizar mejor la realidad.
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Tal vez, algún día, mis manos tipeen lo que en verdad mi boca se muere por decir. Pero ni siquiera ellas lo aceptan. ¿O seré yo, quien está a punto de explotar y no quiere decir? En el fondo sé que estoy terriblemente equivocada. Escribo mientras. En algún momento leeré las palabras que mi mente no quiere formar. En estos momentos me recluyo a sentir. Y odio sentir. Ya son dos sentimientos cruzados...

Gwen*

14 agosto 2005

Por lo visto, tres años hacia atrás, mis sentimientos eran los mismos.
Quizás la diferencia esté en que ahora no les tengo miedo y aprendí a quererlos.
Y a compartirlos...
¡Gracias queridas manos por ayudar a esta boca cerrada a decir!