El día de ayer recordé un sueño.


El día de ayer recordé un sueño.
Desperté corriendo y enredada en las sábanas blancas que no cambio hace más de una semana. Buscaba un punto fijo luego de abrir los ojos hinchados, cuando las imágenes comenzaron a caer como un torrente, libradas a su propio destino. A pesar del esfuerzo por acomodarme al estar despierta, me costó sentarme frente a semejante abrumamiento.

Comencé a transpirar, mis manos temblaban mientras buscaba esa toalla que siempre está sobre la silla, menos ayer. Mis ojos miraban el mueble blanco frente a mis pies desnudos, pero veían retazos de esa historia a medio contar. Recorrían un paisaje no del todo desconocido, pero lejos de serme conocido.
Los latidos que sentía en el pecho parecían venir de un recuerdo más que de mi corazón. ¿Y qué son los latidos sino simples ritmos que marcan la canción de la propia vida? Siendo mi vida en ese momento un sueño recordado, no me extrañó enajenarme en su melodía.

Sin poder siquiera intentar levantarme, sostuve mi frente con las manos y concentré mi escasa atención en aquello que pugnaba por salir, indiferente a mis contrarias intenciones.

Fue entonces cuando volví a un ayer, o quizás a un hoy reconstruido.
Viví imágenes pasadas con las costuras de mi presente. Experimenté un juego de sensaciones donde no hubo parte de mi cuerpo que perdiera la entrada al espectáculo.
Y comencé a dudar de estar dormida o despierta, presente o ausente, sintiendo mi cuerpo un todo con el mundo, con el olor a café que merodea mi departamento y las migas perdidas en el colchón. Estaban en mí el aire, el sonido, la luz, la sangre.
Todo latía al unísono, producía placer y se fundía en esa esencia que domina cada letra que compone mi nombre.

¿Qué me mostró el sueño? ¿Fueron imágenes de mí en el mundo o el mundo corriendo dentro de mí? Viví un estado sublime de conmoción por éxtasis y alegría.
Terminó cuando una gota de sudor cayó mojando mi rodilla, enfriando mi piel y enturbiando el recuerdo de la mística cohesión. Las imágenes se diluyeron alejándose sin sentido, quebrando mi alma y dividiendo mi cuerpo, partiendo el mundo y aislándome de él.
Ahí me encontré ayer, sentada a las ocho y cuarenta y seis de la mañana, atando mi pelo para sacarlo de mi frente, mientras acomodaba mi bombacha antes de ir al baño. Era yo en partes, sin conexión aparente, buscando el placer de esa ilusión matutina que llenó algo vacío en mí, para condenarme hacia la búsqueda de esa plenitud encontrada… y luego perdida.
Mientras tanto, puse la pava y tomé mate con mucho azúcar, evitando pensar que otra vez era tarde, por que siempre lo es, y debía correr para tomar el tren.

Gwen!

29 de Abril de 2008

3 comentarios:

  1. Nenucha!
    Me alegro que te hayas decidido a hacer el Blog, porque me gusta mucho leerte. Espero que publiques más cosas che,

    Hay que fomentar nuestras charlas delirantes eh, a ver si resulta después pensamos algo tan limado que hasta se puede publicar, jajajja! Y con tapa naranja!
    te quiero mucho!!!

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  2. Gracias gracias gracias Nanunita!!
    Sabés que las ganas de escribir te las debo en su gran mayoría a las charlas con vos.
    Y me encanta que tengas ganas de leerme, lo único que te pido es que en verdad me mandes escritos tuyos para poder subir la calidad de las producciones de este espacio.

    Y el libro naranja, ya está publicado. Sólo que faltan unos docientos años de esta linea temporal para llegar a verlo. Por el momento, si los eventos de la linea temporal 1 (o sea, esta) siguen igual, llegaremos a hacer la version on line del mismo.

    Te quiero!!!! Loca de mierdd.....(compañera de delirios)

    Gwen*

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  3. che locura, nos vamos a tertuliar a chascomus un finde?
    Besooo

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